Taller de oración con los Salmos.
Salmo 4
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?"
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Aquí estoy Jesús para hacer un intercambio de corazones. Te doy el mío para que lo purifiques y recibo el Tuyo para que me des vida plena.
Jesús, escuchaste mis ruegos y respondiste con abundancia; me abrazaste a través de esta familia espiritual. Cambiaste mis aprietos por un amor generoso que se afinca en mi pequeñito corazón y lo ensancha para que intente amar a todos como Tú nos amas.
La certeza de Tu Amor destruya el engaño que pretende distraerme de Tí. Dame un corazón misericordioso que interceda por todos, especialmente por los que quieren sembrar duda y mentira a mi alrededor. Quita Tú la cizaña para que reverdezca el trigo.
También yo quiero rechazar con determinación y prontitud…