Textos para profundizar
Juan 19, 30-37
«Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: “Está cumplido”. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que traspasaron”».
Del libro Los Misterios de la Vida de Cristo. P. Luis María Mendizábal
«En la muerte de Jesús «el velo se rasgó de arriba abajo», se reveló lo más íntimo de Dios. Ha sido una revelación tal, de tal manera explosiva, que no es que se corrió el velo, es que se rasgó de arriba abajo. El velo se rasga en esa doble dirección: en cuanto que nos manifiesta lo íntimo de Dios, y en cuanto que nos deja paso hasta lo íntimo de Dios que se ha abierto.
La cruz en este sentido viene a ser la declaración de amor que Dios nos hace. Nosotros entramos en Dios solo en la medida en que él nos abre su intimidad, porque nadie puede entrar a la fuerza en Dios. Ahora, él revela, y cuando revela invita. Es lo mismo que una declaración de amor: cuando uno declara el amor, invita a entrar en el amor que se declara.
¿Qué es lo que estaba escondido y en este momento se ha revelado? El misterio de Dios que no conocíamos basta esa profundidad: ¡Dios es Amor! El amor de Dios al hombre, la misericordia de Dios, el amor fuerte de Dios. Se ha rasgado el velo, se ha hecho patente. Y consiguientemente, tenemos abierto el camino, tenemos entrada hasta lo íntimo de Dios».