El Evangelio de hoy (Lc 21,12-19):
✠
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Textos para profundizar:
Primera Lectura Ap 15,1-4
YO, Juan, vi en el cielo otro signo, grande y maravilloso: Siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, pues con ellas se consuma la ira de Dios.
Vi una especie de mar de vidrio mezclado con fuego; los vencedores de la bestia, de su imagen y del número de su nombre estaban de pie sobre el mar cristalino; tenían en la mano las cítaras de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
«Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios omnipotente; justos y verdaderos tus caminos, rey de los pueblos. ¿Quién no temerá y no dará gloria a tu nombre? Porque vendrán todas las naciones y se postrarán ante ti, porque tú solo eres santo y tus justas sentencias han quedado manifiestas».
Querida familia, la Paz del Señor:
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Yo creo en la Palabra de Dios, creo en sus promesas, confío en su protección y en su infinita misericordia.
Todos hemos de morir y todos hemos de resucitar. El Señor nos invita a no tener miedo de la persecución porque ÉL es nuestro refugio, nuestro principio y nuestro fin.
La persecución es ocasión para dar testimonio y para ratificar nuestra confianza en el Señor, con la certeza de la asistencia del Espíritu Santo. Para conocer al Señor, para ser dóciles a sus inspiraciones debemos orar mucho, saborear La Palabra de Dios y formarnos con el Catecismo, como nos lo enseñan en nuestra familia María con nosotros.
Que el Señor nos dé la perseverancia final. Creer en la vida eterna…