El Evangelio de hoy (Lc 15,1-10):
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EN aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:
“Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
https://evangeliomeditadoenverso.blogspot.com/2024/11/lc-151-10-gaudium-in-caelo-alegria-en.html
Una vez escuchado este comentario al evangelio de hoy, solamente puedo darle gracias a Dios, por poner en mi camino, hace muy poco tiempo, este precioso canal para que aprenda, en primer lugar, lo que más necesito aprender: a ser humilde.
Me ha quedado clarísimo por dónde tengo que empezar.
Mil gracias por el esfuerzo de evangelización en las redes y por ser una “ventana diferente” a través de la cual intentar contemplar la realidad, con los ojos de Dios y así poder acercarnos más a Él.
Mil gracias de corazón, por ayudarnos a intentar glorificar a Dios con nuestra vida, cada día.
Señor perdóname por tantas veces que me he ido a los extremos. Sólo Tú me puedes ayudar a encontrar el equilibrio, a amar a mis hermanos como Tú los amas y a mostrarles Tu infinita Misericordia para que no duden en volver a Tí.
Dame conciencia y dolor de mis pecados y aumenta mi deseo de amarte a pesar de mi fragilidad. Gracias por amarnos tanto, por perdonarnos y por celebrar una fiesta en el Cielo cada vez que arrepentidos nos acercamos a Tí.
Santísima Virgen María átanos a Tu Corazón Inmaculado, intercede por nosotros para que no caigamos en la tentación y rechacemos el pecado.